jueves, 31 de marzo de 2022

BIENVENIDOS

 

Bienvenidos a mi blog de divulgación profesional Kairós Psicología en la dirección blogger franciscogomezpsicologo.blogspot.com que prentende difundir la psicología clínica y psicoterapia profesional. Puedes expresar tu opinión sobre los diversos contenidos del blog, en particular sobre los artículos de interés publicados al final del mismo, y hacer propuestas de nuevos temas en franciscogomezmorenopsicologo@gmail.com

PRESENTACIÓN PROFESIONAL

 

Mi nombre es Francisco Gómez Moreno y soy Licenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid (1990), Especialista Universitario en Asesoramiento, Orientación e Intervención Educativa por la Universidad Intercontinental de México (1994) y Máster en Psicopatología y Salud por la Universidad Nacional de Educación a Distancia UNED (2008).


Así mismo, soy Psicólogo Especialista en Psicología Clínica por el Ministerio de Educación y psicoterapeuta acreditado con el EuroPsy Specialist Certificate in Psychotherapy of the European Federation of Psychologists' Associations (EFPA). Miembro del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid en su sección de Psicología Clínica, de la Salud y Psicoterapia, así como de la sección de Psicología Jurídica. 

Desde 1990 desarrollo una amplia y diversa labor profesional como psicólogo en diversos campos de trabajo: asesoría técnica de servicios sociales generales municipales desde un enfoque educativo; orientación escolar en educación infantil, primaria y secundaria obligatoria; diseño e impartición de cursos de formación del voluntariado social en colaboración con diversas plataformas de ONGs y tutor del prácticum de alumnos de último curso de Grado de Psicología de la Universidad Pontificia Comillas.   


Desde 1992 trabajo como psicoterapeuta en gabinete privado, atendiendo a niños, adolescentes y adultos. Así mismo, desde 1996 desarrollo mi labor profesional como psicólogo del Centro de Atención de Drogodependientes de Asociación Betel, entidad declarada de utilidad pública y dedicada a la acogida y atención de personas en situación o riesgo de exclusión social con problemas de adicciones tóxicas, por medio de un programa residencial libre de drogas desde un enfoque sanitario de prevención secundaria de las patologías asociadas.   


Como desarrollo de mi labor clínica como experto forense, he formado parte de 2012 a 2020 de la lista de Peritos Judiciales en la Especialidad de Enjuiciamiento Civil del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid en colaboración con la Unión Interprofesional de la Comunidad de Madrid, con experiencia en la elaboración de informes documentales y periciales en diversos ámbitos del derecho ante los tribunales de justicia. 
 
 
                                             TELÉFONO DE CONTACTO: 629 232 273


OBSERVATORIO DE SALUD MENTAL

 

El 9 de octubre de 2008 se crea el Observatorio Español de Salud Mental por el Ministerio de Sanidad y Consumo en colaboración con la Fundación Española de Psiquiatría. Nace  coincidiendo con la celebración del Día Mundial de la Salud Mental de ese mismo año, el 10 de octubre de 2008. De esta forma, las instituciones públicas del estado dieron un paso en el reconocimiento de la precaria situación asistencial que en materia de salud mental existe en ese momento (y sigue existiendo) en España, en la que por aquel entonces casi 1 de cada 10 españoles padece al menos un trastorno mental en ese momento y el 15% de la población lo llegará a padecer a lo largo de su vida. Problemas de salud mental ligados a violencia, accidentes de tráfico, adicciones sin sustancia, actividad laboral,… serían objeto de estudio e informe por parte del Observatorio1. 
 
Por lo que se refiere a la aportación de la psicología en materia de salud mental en España, y a pesar de estar ampliamente reconocida por la sociedad en su papel asistencial, su implantación, en particular dentro del Sistema Público de Salud, ya en 2008 dejaba mucho que desear. Según INFOCOPONLINE – Revista de Psicología, en España se alcanzaba en ese momento un porcentaje por debajo de la media europea, con 4,3 psicólogos en el sistema público de salud por cada 100.000 habitantes, cuando en Europea la media se situaba en 18 psicólogos por cada 100.000 habitantes2.

Este panorama apenas ha mejorado en más de un decenio. El Defensor del Pueblo informa3 en el 2020 de una ratio de aproximadamente 6 psicólogos por 100.000 habitantes, alcanzando la cifra de más de 2.000 psicólogos los que prestan sus servicios en centros privados, entre consultas y centros polivalentes. 
 
Ante tal panorama de necesidades y carencias, este blog pretende servir a la divulgación de la psicología científica en el ámbito de la salud mental, destacando la aportación de la práctica clínica privada. A este fin, se publicarán artículos de interés general: mejora de la autoestima, resiliencia, vinculación afectiva, ... así como otros contenidos que abordarán cuestiones sociales y de salud mental de candente actualidad tales como la prevención de la violencia en sus diferentes manifestaciones (manipulación sectaria, acoso, violencia intrafamiliar y de género), adicciones tóxicas y sociales, depresión por pérdida,... y que confío despierten vuestro interés.

1 Nota del Gabinete de Prensa del Ministerio de Sanidad y Consumo, en http://www.msc.es.
2 Datos publicados en INFOCOPONLINE –Revista de Psicología, el 25/09/2008 bajo el título “La salud mental está desatendida en España” sobre un estudio basado en el Proyecto Atlas-2005 de la OMS, en http://www.infocop.es.
3 Recomendaciones de atención psicológica en el Sistema Nacional de Salud. Informe del Defensor del Pueblo. 02/01/2020.

LA LETRA ψ


ψ o psi es la vigésimotercera letra del alfabeto griego y raíz de la palabra psyqué que en la aceptación clásica del antiguo mundo griego significa alma o fuerza vital que anima o vivifica al cuerpo, separándose de éste con la muerte. ψ es el símbolo que identifica universalmente a la psicología, esto es, al estudio y conocimiento de la psyqué.

Originalmente, el conocimiento de la psyqué estaba ligado a la filosofía, con el alma como objeto de estudio. Posteriormente y a finales del siglo XIX, la psicología adopta el método de investigación hipotético-deductivo propio de las ciencias naturales, desarrollando experimentos controlados en condiciones de laboratorio para el estudio empírico de las funciones mentales (e.g. tiempo de reacción sensorial,…). De esta forma se produce una evolución histórica del objeto de estudio de la psicología, pasando del alma a la mente, emancipándose así de su matriz filosófica y constituyéndose en ciencia empírica independiente.

Ya en pleno siglo XX, el objeto de estudio de la psicología pasa de la mente a la conducta en todos los ámbitos de actividad humana, a través de métodos y técnicas de observación y medición que permiten describir, explicar, predecir y modificar el comportamiento, con el fin último de elaborar técnicas de probada eficacia en la solución de problemas, todo ello en aras de la mejora de las condiciones de salud bio-psico-social de la población.

PSICOTERAPIA PROFESIONAL


La psicoterapia profesional es ciencia y arte. Es ciencia porque se nutre de escuelas que han aportado conceptos y metodologías que han abierto al mundo las ingentes posibilidades de la psicología en la comprensión y ayuda a las personas que sufren, nutriéndose de eficientes técnicas probadas repetidamente en la práctica clínica profesional. También es arte porque cada persona es diferente a cualquier otra, con una constitución, biografía, personalidad y entorno que, aun sufriendo experiencias, dolencias y trastornos semejantes, su vivencia y por tanto ayuda debe ser diferente a las demás, adecuando el método a la persona y no al revés.

Uno de los mejores perfiles profesionales, por su preparación y competencia para ayudar a otros por medio de la psicoterapia, es sin duda el perfil profesional del psicólogo especialista en psicología clínica, por su formación troncal en aspectos básicos del funcionamiento de la mente humana en todo lo relativo a procesos básicos de atención, percepción, memoria, aprendizaje, emoción, motivación y relaciones interpersonales, así como en aspectos especializados de psicopatología y diagnóstico, todo ello dentro de los contextos familiar y sociocultural en los que inevitablemente se desarrollan y manifiestan las alteraciones psicológicas. Unida a la formación troncal, la formación especializada en diferentes contenidos de la práctica clínica desarrollada en el ámbito sanitario, hacen del psicólogo especialista en psicología clínica un profesional idóneo para ayudar a otros por medio de la psicoterapia. Es más, se puede afirmar que la psicoterapia es la actividad fundamental de la psicología clínica orientada al cambio, así como al afrontamiento de las adversidades de la vida.   

Existen, por tanto, diversas escuelas de psicoterapia que se nutren de tradiciones que hacen énfasis en uno u otro aspecto del psiquismo humano: procesos inconscientes; comportamiento observable en sus tres modos de respuesta (cognitivo, fisiológico y motor), es decir, de lo que una persona piensa, siente y hace o dice cuando sufre; sistemas de relación interpersonal en el contexto familiar. Todas estas escuelas tienen mucho que decir en cuanto a las causas que explican el origen y mantenimiento de los problemas psicológicos, definiendo así el objeto de la psicoterapia en función de los conceptos básicos de cada escuela. 

No obstante la importancia de trabajar desde un modelo de intervención de contrastada eficacia, si podemos buscar un denominador común que unifique a todas las escuelas, es sin duda las cualidades terapéuticas del psicólogo clínico que se dedica a la psicoterapia. Cualidades terapéuticas fundamentales para ayudar a otros y que siempre están detrás de toda práctica psicoterapéutica eficaz, aunque no se puede reducir a ellas, son: empatía, calidez, autenticidad, capacidad para construir una alianza terapéutica, de definir objetivos de tratamiento de mutuo acuerdo con el paciente, así como de su valoración y apoyo incondicional, entre otras, y que pongan a la persona que busca ayuda en el centro de la psicoterapia, todo ello sazonado de una elevada ética profesional caracterizada por los principios éticos de respeto a la persona ayudada en su dignidad, libertad y privacidad.

Así pues, el psicólogo clínico con experiencia en el trabajo psicoterapéutico desde diversas escuelas y que ejerza su labor con estas cualidades y principios éticos, puede realizar un trabajo flexible y adecuado a las necesidades y personalidad del paciente, lo que unido a las fortalezas y expectativas de recibir ayuda por parte de éste, resultarán sin duda en un tratamiento eficaz para el cambio, tanto en un plano emocional y anímico de alivio de la sintomatología clínica, como en un plano más profundo de cambios dinámicos en la estructura y conflictos de la personalidad. En este sentido, destacan los modelos teóricos de intervención profesional basados en la evidencia de terapia de conducta, terapia cognitivo-conductual, terapia humanista existencial, psicoterapia breve de enfoque dinámico y terapia familiar sistémica, todos ellos útiles y válidos en la atención de problemas de muy diversa índole, tales como trastornos somatoformes, de estrés, ansiedad, depresión, psicosis, personalidad, adicciones, intervención en trauma, conflictos de relación (padres-hijos, pareja), situaciones de crisis y duelo, sin perjuicio de la aportación adicional que cada técnica específica de psicoterapia pueda hacer al caso concreto, aunando al problema de consulta las características y circunstancias particulares de la persona que lo padece.  

Por tanto, puede beneficiarse de la psicoterapia cualquier persona que sufra un problema de salud que limite sus expectativas de vida, o bien que se vea superada por una situación de crisis vital o accidental, con sufrimiento y/o incapacidad que dificulte seriamente el seguir adelante.

martes, 29 de marzo de 2022

ORIGEN DE LA PALABRA PSICOTERAPIA

 

Os voy a contar la historia del origen de la palabra psicoterapia, definida como “curación por el habla”. Nos tenemos que remontar a la Viena del último tercio del siglo XIX, cuando el Dr. Josef Breuer, médico, fisiólogo y psicólogo, investigador y docente universitario, abre un gabinete privado y trata, entre diciembre de 1880 y junio de 1882, a una paciente: mujer joven de 21 años, sensible e inteligente, políglota, de origen judío y situación económica acomodada, de nombre Bertha Pappenheim (Viena, 1859 – Neu Isenburg, 1936), más conocida a partir de entonces como Anna O., para proteger su privacidad en comunicaciones científicas, nombre ficticio que ha quedado grabado en los libros de historia de la psicología.

Anna O. es una joven inconformista e inquieta, que quiere romper con los moldes establecidos para la mujer por la sociedad conservadora de la época, pero una grave tuberculosis asola a su familia, muriendo primero una hermana y más tarde su padre, tras un periodo prolongado de convalecencia en casa y al que Anna O. tiene que dedicar toda su atención.

Tras la muerte de su padre, Anna O. también cae enferma, empezando a sufrir un cuadro complejo de diversos síntomas, sin aparente relación entre sí:  episodios de incapacidad para comer y beber agua, parálisis de las extremidades superior e inferior derechas, visión borrosa, sonambulismo, alteración en el curso y contenido del lenguaje, tales como bloqueos sin poder hablar su lengua materna, intercalando diversos idiomas en la misma conversación, haciendo ininteligible la comunicación,…

Después de un exhaustivo examen médico, el Dr. Breuer, descarta organicidad como causa de sus padecimientos, sopesando la hipótesis de una causa mental, teniendo en cuenta su reciente pérdida. La enfermedad mental de la época por excelencia era la hipocondría en hombres y la histeria en mujeres, siendo hasta ese momento tratada por medio de hipnosis, en los que bajo un estado alterado de conciencia, afloran los contenidos traumáticos reprimidos,  siguiendo a los maestros de la escuela francesa Jean-Martín Charcot y Pierre Janet. 

Tras un periodo de sesiones diarias de hipnosis, a razón de 6 sesiones por semana, Anna O. empieza a mejorar en calidad de sueño, encontrándose por la mañana más tranquila y expresiva. Aprovechando esta leve mejoría, el Dr. Breuer empieza a incorporar un nuevo método de asociación libre de palabras, para que puedan aflorar con más libertad los contenidos inconscientes reprimidos, dentro del contexto seguro de la sesión. Anna O. llama por vez primera a este método la “curación por el habla” o psicoterapia. Este método se convertirá pronto en el precursor del psicoanálisis, siendo su texto fundacional el libro de recopilación de casos “Estudio sobre la histeria”, incluido el caso de Anna O., escrito por Breuer y Freud, siendo publicado en 1895.

domingo, 20 de diciembre de 2015

MEJORA DE LA AUTOESTIMA

 
 
La palabra autoestima se prodiga en medios de comunicación, libros de autoayuda, textos profesionales de la educación, salud mental y ayuda social,... Sin embargo, algunas personas lo miran con cierto recelo pues lo asimilan erróneamente a autosuficiencia, orgullo y presunción, en contraposición a la humildad. Pero, ¿qué es autoestima?, ¿cuál es su origen y manifestación?, ¿cuáles son las bases psicológicas de la autoestima?, ¿cómo lograr un carácter equilibrado mejorando la autoestima?.

Autoestima es la estima propia. Es el componente emocional del autoconcepto o representación mental que tenemos de nosotros mismos. La autoestima es un concepto global, de tal forma que uno puede tener una buena o mala autoestima en general, pero también es un concepto parcial, de tal forma que uno puede tener un buena autoestima profesional pero mala autoestima personal o viceversa, y todavía ésta se puede subdividir en autoestima física, intelectual, social, sexual, ... pudiendo existir diferencias entre sí.

La autoestima es la virtud de carácter que nos permite regular nuestra conducta con metas de superación personal, marcándonos objetivos a corto, medio y largo plazo que nos motiven a perseguir un proyecto vital. La autoestima está relacionada con el valor que damos a la vida, a los demás y a nuestra propia dignidad como personas, de tal forma que nos cuidamos y cuidamos de los demás sin abandonarnos a la apatía, el abatimiento y el desespero frente a la rutina o adversidades de la vida. Por autoestima, las personas hacen aquello que les hace sentir bien: cuidan su estado de salud, buscan la excelencia en su trabajo, cultivan su vida espiritual, realizan actividades recreativas de ocio y tiempo libre, cultivan las relaciones familiares y sociales, dando a los demás el trato que les gustaría recibir para sí mismos.

El origen de la autoestima está en los primeros años de desarrollo infantil (0 – 3 años), dependiendo de las pautas de crianza con atención de las necesidades básicas de higiene, alimentación, abrigo y afecto incondicional, así como las necesidades más elaboradas de educación con un equilibrio entre el amor y el ejemplo. El uso adecuado de pautas correctivas de conducta por parte de los padres es determinante en la formación de una buena autoestima en el niño. En efecto, niños criados con desapego, abandonados a sus necesidades más básicas, crecen con carencias de afecto que están en el origen de una pobre autoestima. Estilos educativos de sobreprotección o autoritarismo, con un exceso de afecto o de normas mal entendidos, también producen una baja autoestima por los sentimientos de inseguridad y temor que producen en la personalidad del niño.

Ya como adultos, podemos tener una buena autoestima profesional, pero a la vez tener una autoestima emocional o social disminuidas por los sentimientos infantiles de inseguridad y temor antes mencionados. Esto se manifiesta en conductas externas de pasividad o agresividad en el manejo de conflictos interpersonales, con dificultad para ejercer derechos básicos como expresar sentimientos negativos, pedir algo, decir no ante peticiones poco razonables, dar una opinión, aceptar o rechazar críticas, actuar de forma diferente a como los demás esperan, etc...

La autoestima puede mejorarse. No es un rasgo innato de carácter del que unos disfrutan y otros carecen sin remedio. Se puede mejorar por tanto, tomando la firme determinación de no depender de sentimientos y circunstancias negativas mientras alimentamos nuestra mente con actitudes y pensamientos realistas y positivos acerca de los demás, de las circunstancias y de nosotros mismos, de nuestras posibilidades y limitaciones, y aceptándonos plenamente con todo ello, sin renunciar a mejorar nuestras vidas. En este sentido, la autoestima puede mejorarse sensiblemente aplicando las siguientes recomendaciones:

Distinguir la persona de la conducta.
Podemos aceptarnos a nosotros mismos, lo cuál no implica aprobación moral de nuestra conducta, evitando etiquetas globales descalificadoras.

Practicar la comprensión y aceptación. Aceptar no significa estar de acuerdo con nuestros actos, especialmente cuando implican un perjuicio para nosotros mismos y/o para los demás. Solamente que tenemos en cuenta las circunstancias que rodean nuestra conducta, entendiendo que puede ser fruto de la torpeza, ignorancia o perturbación, antes que de la maldad.

Manejar adecuadamente los sentimientos negativos de rechazo, temor, inferioridad y culpa que a menudo acompañan a los errores, críticas y fracasos, entendiendo que éstos son parte inherente de la vida y que funcionan también como fuente de aprendizaje. Distinguimos el error mismo de las consecuencias del error, de tal forma que aceptamos el error como un hecho mientras que tratamos de reparar las consecuencias. No nos sentimos mal con nosotros mismos por el hecho mismo de cometer un error, sino más bien por las consecuencias que pueda tener.

Buscar la satisfacción personal en nosotros mismos y no tanto en la aprobación de los demás, buscando la fuerza en nuestro interior y no en el respaldo incondicional de personas que podemos considerar erróneamente como más fuertes que nosotros pero que inevitablemente terminarán por defraudar nuestras expectativas. Por tanto, tener un concepto realista de nosotros mismos como seres limitados y falibles, pero iguales en dignidad a cualquier otra persona.

La mejora de la autoestima es un proceso lento y progresivo, que exige dedicación y esfuerzo, pero que al fin ofrece resultados positivos a todo aquel que se ejercita en las recomendaciones indicadas, involucrando a toda la personalidad en el proceso de cambio: Intelecto, emociones y voluntad.
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© Francisco Gómez Moreno - Kairós Psicología 2013

RESILIENCIA

 
 
Se abre paso con fuerza en tiempos de crisis un nuevo objeto de estudio científico en el ámbito de la psicología clínica como es la resiliencia, y que según la definición al uso del autor de referencia es: "La capacidad para recuperarse y mantener una conducta adaptativa después del abandono o la incapacidad inicial al iniciarse un evento estresante" (Garmezy, 1991).

Así pues, la resiliencia o capacidad de superar los eventos adversos, y ser capaz de tener un desarrollo exitoso  a pesar de circunstancias muy adversas (pérdida de seres queridos, de empleo o vivienda, ...) está cobrando un gran interés en los últimos años y es motivo de conferencias, libros y artículos, estando por tanto muy presente en los medios de comunicación.

El concepto de resiliencia no implica tanto una invulnerabilidad a los sucesos estresantes sino la habilidad para afrontarlos con éxito y de recuperarse de sus efectos. No es por tanto un rasgo de carácter permanente de la persona, y del que unos disfrutan y otros no sin remedio, sino más bien un patrón de comportamiento que se puede adquirir, y que incluye tanto habilidades emocionales y de pensamiento de la propia persona para manejar el estrés, como la capacidad para establecer vínculos de afecto familiar y de apoyo social en los que buscar ayuda en momentos de crisis.

Otros autores han destacado aquellos factores que componen la resiliencia en los jóvenes: optimismo, empatía, capacidad de reflexión y de toma de consciencia, competencia intelectual, autoestima, sentido de propósito y de tener una dirección en la vida, así como perseverancia (Kumpfer y Hopkins, 1993). Por otro lado, algunos conceptos relacionados con resiliencia son: competencia, vulnerabilidad, resistencia y recuperación.

Garmezy, N (1991). "Resilience in children's adaptation to negative life events and stressed environments". Pediatric Annals, 20, 459 - 466.
Kumpfer, K. L. y Hopkins, R. (1993). "Prevention: Current research and trends". Recent Advances in Addictive Disorders, 16, 11-20. 
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© Francisco Gómez Moreno - Kairós Psicología 2013

PILARES DE LA RESILIENCIA

 
 
En su libro "Superar la adversidad: el poder de la resiliencia" (Editorial Espasa, Madrid  2010) el Dr. Luis Rojas Marcos, hace un apunte de su experiencia como Director del Sistema de Salud y de los Hospitales Públicos  de la Ciudad de Nueva York entre 1995 y 2002, y de cómo tuvo que lidiar con las consecuencias psicológicas devastadoras de los atentados del 11-S de 2001, primero en el personal de los Servicios de Emergencias (bomberos, policías, sanitarios) y sus familias, y en segundo lugar en la población general.

A partir de su propia experiencia personal y profesional, Rojas Marcos elabora una lista de los factores que ayudan al desarrollo de un carácter resiliente frente a las adversidades, y a los que en su libro el autor denomina pilares de la resiliencia. A saber:

Conexiones afectivas: la persona con sanos vínculos de afecto, esto es, de sentirse una parte importante en la vida de alguien y de que a ese alguien realmente le importa lo que a dicha persona le ocurra, es el primero y más importante de los fundamentos.     

Funciones ejecutivas: lo que el autor viene a indicar con este término son las facultades superiores que sirven al dominio propio, con objeto de mantener el autocontrol emocional y de los impulsos, así como la dirección del pensamiento y conducta ante la adversidad. A este fin, la capacidad de introspección o de reflexión previa a la acción es fundamental.

Centro de control interno: aquellas personas que ante las circunstancias amenazantes del entorno se perciben a sí mismas como personas que pueden hacer algo por mejorar su situación, con la seguridad y confianza en uno mismo que da este sentido de autonomía personal en la solución de problemas, sobrellevan mucho mejor las adversidades, al  verse a sí mismas más como supervivientes que como víctimas indefensas.

Autoestima: la opinión previa que tenemos de nosotros mismos en general y también en diversas áreas de nuestras vidas, el grado de satisfacción que nos merece dicha opinión, y de cómo a través de ese tamiz valoramos las situaciones que nos acontecen y nuestra propia conducta ante ellas, es un importante pilar de resistencia y recuperación ante la adversidad, o por el contrario, de desgaste añadido si hay una baja autoestima.

Pensamiento positivo: desde la madurez de aceptar la cosas tal y como son, con sus luces y sombras, pero sin resignarse a ellas, y huyendo de un sentido de omnipotencia infantil, de creer mágicamente que las cosas van a cambiar sólo por pensar-en-positivo, dirigiendo el pensamiento hacia los aspectos de la realidad que supongan un cambio a mejor dentro de la situación de adversidad por negativa que sea, es una aptitud fundamental que ayuda a la resiliencia.

Motivos para vivir: refiriéndose al médico y psiquiatra vienés Dr. Viktor Frankl (1905-1997) el cual sobrevivió milagrosamente a tres años de  internamiento en diversos campos de exterminio nazis durante la II Guerra Mundial, el cuál explicaba que "a la vida debemos encontrarle un sentido, ya que la búsqueda de la razón de ser de las cosas es la fuerza fundamental que mueve a los seres humanos".

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© Francisco Gómez Moreno - Kairós Psicología 2013


CONEXIONES AFECTIVAS

 
 
Volviendo al Dr. Rojas Marcos y a su libro "Superar la adversidad: el poder de la resiliencia" ya comentado en la entrada anterior, voy a desarrollar brevemente el primer pilar de la resiliencia: las conexiones afectivas.
 
El autor más destacado en esta temática ha sido sin duda alguna John Bowlby, psiquiatra y psicoanalista inglés (1907-1990) que luego, como apasionado de la biología, fue incorporando entre otras aportaciones el estudio del comportamiento animal a través de las observaciones del famoso etólogo Konrad Lorenz, para comprender mejor la relación afectiva entre los niños de primera infancia de 0 a 5 años y sus cuidadores, fundamentalmente la madre.
 
Este médico psiquiatra y psicoterapeuta sobresaliente, autor de la teoría del apego, tuvo una destacada colaboración con las Naciones Unidas como Director del Departamento de Psiquiatría Infantil de la Clínica Tavistock de Londres, en el desarrollo de un programa de asistencia social de millones de niños huérfanos, refugiados de los países ocupados por los nazis, y que quedaron desarraigados por toda Europa tras la Segunda Guerra Mundial, cuya dramática situación quedó magistralmente plasmada en la película de 1948 "Los ángeles perdidos", protagonizada por Montgomery Clift y dirigida por Fred Zinnemann, ganando un Oscar en la categoría de Mejor Argumento. 

De forma resumida, John Bowlby afirma, en base a numerosas observaciones de trabajo de campo con niños hospitalizados, que los pequeños manifiestan una poderosa atracción hacia una figura de apego, un cuidador o cuidadora, que sería la madre en un entorno natural, pero que en una institución su figura quedaría representada por otra persona que proporcione el cuidado y la protección que el pequeño necesita para su supervivencia biológica a través de calor y alimento, así como para su supervivencia psicológica a través de seguridad afectiva de aceptación incondicional, atendiendo de forma diligente todas sus necesidades.

Esta vinculación con una figura protectora que muestre una buena disposición a satisfacer las necesidades del niño y que disfrute de su compañía, se manifiesta a través de comportamientos de apego, tales como buscar su proximidad llamando su atención, abrazarse a ella, llorar ante su repentina ausencia,... todas ellas conductas perfectamente normales y saludables, útiles para la supervivencia del pequeño. El vínculo  de afecto proporciona así una base segura a partir de la cual el niño puede explorar su entorno, con nuevas experiencias de aprendizaje, ganando en confianza en sí mismo y en los demás, sabiendo que, pase lo que pase, su cuidador o cuidadora lo va a acoger de forma incondicional.

Esta base segura de afecto y cuidados es el germen del desarrollo de una personalidad madura y saludable en la edad adulta, autoconsciente y responsable de sus propios actos, con aspiraciones de superación personal, con confianza en sí misma y en los demás cuando se necesita mantener una relación familiar y de pareja, trabajar en equipo o pedir ayuda. Es fácil comprender la enorme transcendencia que el establecimiento de vínculos seguros de afecto en la primera infancia tiene para el futuro desarrollo integral del niño, aún como adulto y anciano durante todo el ciclo vital, y del porqué el Dr. Rojas Marcos lo ha señalado como el primer pilar de la resiliencia, pues una experiencia temprana de vinculación afectiva segura facilita en gran medida la superación de pérdidas, siendo el primer y más importante cortafuegos contra la angustia y la desesperación de la existencia.
 
John Bowlby. "Vínculos afectivos: formación, desarrollo y pérdida". Editorial Morata. Sexta edición, 2014. Madrid.  ________________ 
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MOTIVOS PARA VIVIR: LA VOLUNTAD DE SENTIDO

 
 
En el sexto y último de los pilares de la resiliencia que apunta el Dr.  Rojas Marcos en su obra "Superar la adversidad: los pilares de la resiliencia", y que él denomina motivos para vivir, menciona al médico psiquiatra vienés ya fallecido Dr. Viktor Emil Flankl (1905-1997), el cuál es un autor clásico de referencia mundial en este campo.  

En el año 1989 en Madrid, cursando mi último año de psicología en la Universidad Complutense, tuve la oportunidad de asistir al Congreso organizado por IUVE bajo el lema "Juventud y libertad: utopía o realidad" que se celebró en el Palacio de Congresos del 21 al 22 de diciembre de ese mismo año. A dicho evento asistió como figura destacada el Dr. Viktor Frankl, ya anciano y con el pelo cano, el cuál impartió la ponencia "Libertad en la lucha por un ideal", estimulando a los jóvenes que allí estábamos presentes en la búsqueda de un propósito vital en el servicio a otros, para así tener una experiencia de genuina libertad.

Me impactó el hablar pausado y sereno del mismo hombre que en 1946, y tras una experiencia espeluznante de supervivencia tras su paso por tres campos de exterminio nazis durante la II Guerra Mundial, escribió una de sus mayores obras y que mayor transcendencia han tenido después en el ámbito de la psicoterapia: "El hombre en busca de sentido".

Dicho texto se organiza en dos partes fundamentales: la primera, el testimonio de su paso por los campos nazis titulado "Un psicólogo en un campo de concentración" y el relato de las vicisitudes por las que tuvo que atravesar, de cómo el azar se alió a su favor para ayudarle a sobrevivir y de cómo la voluntad de sentido, la búsqueda de un propósito, de una razón de la sin razón, le ayudaron a soportar lo insoportable. La segunda parte, más técnica, se titula  "Conceptos básicos de logoterapia" y desarrolla conceptos fundamentales ya planteados en un texto no publicado, anterior a la II Guerra Mundial, llamado "Psicoanálisis y existencialismo" cuyos postulados se verán avalados por su propia experiencia límite de supervivencia, publicando un modelo innovador de psicoterapia: la logoterapia.

En síntesis: lo que ayudó al Dr. Frankl a forjar una firme determinación por sobrevivir en los campos nazis fue la búsqueda de un sentido a su experiencia límite, un porqué. En el prefacio de "El hombre en busca de sentido", aparece una frase que, citando a Nietzsche, expresa en toda su crudeza el aprendizaje experimentado: "Quién tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo". El pudo observar de primera mano cómo los más fuertes físicamente iban cayendo primero, poco a poco, dejándose morir, incapaces de asimilar el horror de los campos, en contraste con los - en principio - más débiles, pero con una mayor determinación, los cuáles iban sobreviviendo. Como psiquiatra experimentado en la psicoterapia, el Dr. Frankl encontró un aliado en los problemas matrimoniales de los guardias nazis de las SS, ayudándoles como consejero durante los últimos meses como prisionero en el campo. Así fue capaz de ver tras la crueldad de sus carceleros su condición humana, recuperando la suya propia. 
Frankl, Viktor E. (1986). "El hombre en busca de sentido". Editorial Herder (7ª edición), Barcelona.
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